lunes, 28 de octubre de 2013

ELOGIO DEL SILENCIO II: Los mares de Hiroshi Sugimoto

Ceder es conservarse íntegro
doblarse es enderezarse
estar vacío es llenarse
(proverbio zen)

El refinamiento es frío
(Junichiro Tanizaki. Elogio de la Sombra)




Hiroshi Sugimoto (Tokio 1948) es fotógrafo.
En 1980 decidió retratar algo inmutable,
algo que el hombre primitivo hubiera podido ver
de la misma manera en la que el la mostrase .
Y retrató el mar.
Y el cielo.
Solo el mar y el cielo.

Lago Superior

Mar de japón

Mar Egeo

Mar de Rugen

Mar de Liguria

Atlantico Norte

domingo, 20 de octubre de 2013

PASEANDO CON ROBERT WALSER


Robert Walser en uno de sus paseos
A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor.
 
Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades y organismos de vigilar a los conductores, tomar el número de los vehículos y denunciarlos después.
 
Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer pasar así corriendo ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente. De hecho, amo el reposo y todo lo que reposa. Amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y atosigamiento. No tengo que decir más que lo que es verdad. Y seguro que por estas palabras no dejará de haber automóviles, con ese mal olor que echa a perder el aire, y que sin duda nadie estima y quiere especialmente. Sería antinatural que la nariz de alguien amara y aspirase con alegría lo que para cualquier nariz humana como es debido es a veces, según quizá el humor de que se esté, irritante y aborrecible. Basta, y no lo tome usted a mal. Y ahora a seguir paseando.

Es divinamente hermoso y bueno, sencillo y antiquísimo, ir a pie.

Suponiendo que zapatos y botas estén en condiciones.

Robert Walser
El Paseo. (1917). Editorial Siruela.

lunes, 14 de octubre de 2013

ELOGIO DEL SILENCIO II: Zoran Music

Anton Zoran Music (1909-Venecia, 2005) fue un pintor nacido en Gorizia, en la frontera entre Italia y Eslovenia, población que en aquellos tiempos formaba parte del imperio Austro-Húngaro.
Inicialmente admiraba a Klimt y a Schiele, a los que conoció en sus estancias en Viena.
En 1935 se traslada a España, donde estudia y admira la obra de Goya, El Greco o Brueguel.
El estallido de la guerra civil lo lleva a Dalmacia y posteriormente a Venecia, donde en 1944, acusado de participar en la resistencia antinazi, fue arrestado por la GESTAPO, y luego torturado y llevado al campo de concentración y exterminio de Dachau.


Allí, robando de donde podía tintas y papeles sucios, realizó clandestinamente, en una lucha por la sobrevivencia del arte y de la memoria, unos 180 dibujos de lo que veía a diario: a sus compañeros convirtiéndose primero en esqueletos andantes por el hambre y las torturas, luego muriendo en hornos crematorios, en el pabellón de tifus (a donde los nazis no entraban por miedo al contagio) o ahorcados, y por último, ya vueltos cadáveres, amontonados en pilas como basura o troceados como reses.

De milagro sobrevivió, y esos dibujos sirvieron de bocetos a la serie de pinturas y grabados que, con el obsesivo título de Nosotros no somos los últimos, son un testimonio de los horrores a los que pueden enfrentarse los seres vivos.

Por su valor artístico, la obra de Music va más allá de la crónica de un sólo hecho histórico: Sus retratados son las víctimas de Dachau, pero también son las víctimas de cualquier represión. Pocas cosas hay más parecidas entre si que un cuerpo asesinado a otro.
"Toda mi pintura ha girado en torno a un solo tema: el paisaje desértico que es la vida”.








viernes, 4 de octubre de 2013

CASILLEROS DE RAYUELA II

Continuación de la entrada anterior, culminada con la cita del párrafo que analiza la expresión de la cara del Adán de Masaccio y todo lo que esconde, con especial deleite en la expresión "conformidad vacuna" con la que se describen tantas y tantas cosas:



El hombre es verdaderamente el animal que se acostumbra hasta a no estar acostumbrado.
(Capítulo 53)

La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.
La vida, un ballet sobre un tema histórico, una historia sobre un hecho vivido, un hecho vivido sobre un hecho real. La vida, fotografía del número, posesión en las tinieblas (¿mujer, monstruo?), la vida, proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario.

(Capítulo 104)



 
De golpe comprendo mejor el espantoso gesto del Adán de Masaccio. Se cubre el rostro para proteger su visión, lo que fue suyo; guarda en esa pequeña noche manual el Último paisaje de su paraíso. Y llora (porque el gesto es también el que acompaña el llanto)cuando se da cuenta de que es inútil, que la verdadera condena es eso que ya empieza: el olvido del Edén, es decir la conformidad vacuna, la alegría barata y sucia del trabajo y el sudor de la frente y las vacaciones pagas.
(Capítulo 132)