jueves, 7 de noviembre de 2013

Los héroes humildes de Juan José Morosoli

Juan José Morosoli (1899-1957) nació y murió en Minas (Uruguay).

Hijo de un inmigrante suizo de profesión albañil, concurre a la escuela sólo hasta cuarto año, cuando debe abandonarla para comenzar a trabajar.

Posteriormente, en 1920 (luego de trabajar en la librería de su tío) se instala con un pequeño café en su pueblo. Poco tiempo después establece el Café Suizo, donde se reunía un grupo de escritores locales a los que da a leer sus cuentos, que comienza a publicar en la prensa.
 
Una vez fallecido, le conceden el Premio Nacional de Literatura de Uruguay y pasa a ser considerado uno de los grandes de las letras uruguayas.
 
En el resto de mundo es casi desconocido.

Y por supuesto en España, donde tenemos el lujo de poder leerlo en su lengua, en nuestra lengua.
 
Morosoli habla en sus cuentos de la gente de los arrabales de su pueblo, de los trabajadores de las chacras o casas de campo, de los que pican en las canteras, de viejos que ya ven pasar la vida retirados, de prostitutas a las que nunca llama por ese nombre, de solitarios, de desarraigados, de estoicos analfabetos con una visión solemne de las cosas, de viajes a ninguna parte, de la muerte y de la vida.

De la dura y verdadera vida.
 
Morosoli nos descubre oficios perdidos con nombres preciosos, como el estaquero (que arregla las piezas de los carros), el galponero (que mantiene las estancias o galpones), el retobador (que repara los cueros), el tropero de pavos, el achurero, (carnicero que prepara las achuras o vísceras), la mortajera (que prepara a los muertos), la rezadora (que anima los velorios con sus rezos), el yuyero (curandero que receta hierbas) o el changuero (el más bajo escalafón de mozo, que transporta mercancías varias).
 
Morosoli en uno de sus libros describe con una palabra concreta el espíritu de sus personajes: vivientes en contraposición a la gente supuestamente importante, a los que manejan el mundo, a los dones, "he visto por aquí a muchos que eran "dones" y ahora son unos tristes vivientes... soy un nadie y no me tengo por más... sé que soy un viviente más y nada más...".
 
El peligro inmediato de esos hombres es lo que Morosoli llama "la cansera", la "postración de alma y brazo": "la cansera está formada de sentimientos negativos y se cae en ella cuando ya no se cree en nada, y vivir es una forma de no morir y nada más".
 
Sin embargo, Morosoli nunca muestra la decadencia, no se centra en la miseria económica y social, sino en la amistad, los valores de vidas condenadas a la extinción, su grandeza elemental, su capacidad de seguir viviendo pese a todo.
 
Los libros de Morosoli no se encuentran en España, no podría ser menos, no es un "don", es un "viviente" y los vivientes no son nada comerciales.
 
Los libros de Morosoli hay que traerlos (como a mí me lo trajo un amigo) del "paisito", que es como los uruguayos llaman a Uruguay.

Ahí van tres muestras de su maestría...

 
"-Mire usted que cosa más misteriosa. Gente llena de recursos, con remedios de siete pesos el frasquito, en una de esas se va...
Arce sorbe un mate. la cabeza baja, mirando la tierra.
-La muerte es una cosa interminable... Una cosa que no termina nunca.
-Lo que no se terminan son los vivientes-dice Luis Pedro.
-No se terminan para los demás... Cuando usted termine, para usted se terminó. Y usted haga de cuenta que con usted se termina todo. Todito"
(El Cumpleaños)

"Una vez Anchordoqui le preguntó:
-¿Pero vos no vas nunca al boliche?
-¿Pa qué?
-A jugar un truco... A tomar una caña...
-¿Pa salir peliando después?
-¿Y las mujeres no te gustan?
-¿Pa qué? ¿Para llenarte de hijos?
Anchordoqui seguía preguntando. Esperaba dejarlo sin respuesta.
-¿Y perro no tenés?
-¿Pa qué?
-¿Como que pa qué?- dijo Anchordoqui malhumorado- ¿Pa qué?... ¡Para tenerlos nomás, para lo que se tienen los perros!
-Para tenerlos nomás, mejor no tenerlos...
-Pero alguna diversión tenés que tener- dijo Anchordoqui en retirada.
-¿Querés mejor diversión que vivir como yo vivo?
Esta vez fue Anchordoqui el que no contestó."
(El Burro)

"Estaban ya en su propia casa. Acababan de calentar el agua para el mate.
-Hermano -dijo Aniceto-, hemos hecho un lindo viaje pero hemos visto poco ¿no te parece?
-No. Los viajes empiezan después que uno llega... Te lo digo yo que una vez fui a Montevideo, y recién cuando vine y le empecé a contar todo a los otros, me di cuenta que lo que había visto era una cosa bárbara."
(El Largo Viaje de Placer)  
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Benito, estupendo que nos des a conocer este autor uruguayo tan desconocido por estos lares. Continúa descubriéndonos...
    Cuando puedas, pásame el libro. Besitos

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